Josué Andrés Moz (San Salvador, El Salvador. 1994)
Selección poética
Revelación
Quizá la primera gota de sangre sobre mi camisa
fue la última estrella que calcinada
brillaría en el prisma de mi infancia
como una señal siniestra
de que estos lamentos
jamás abandonarían mi costadoRecuerdo a mi madre al otro lado del muro
masticando la muerte de mi hermano cada noche
para que el musgo amargo
no creciera amarrado con su agonía sobre mi carneTambién recuerdo que mi padre era ajeno a esta cruz
y que sus palabras eran látigo certero frente a las míasA estas alturas en que padezco mi soledad
aún escucho el perpetuo reclamo de mi alma
porque mis brazos siempre fueron demasiado cortos
para acariciar los restos de su ternuraAmbos tiramos los dados
y jugamos a sepultar nuestros puños en la mirada del otro
y a fundar bosques de sangre alrededor de nuestras pupilasVeo cómo crece el más pequeño de mis hermanos
y tengo miedo de que esta herida perfore hasta su hueso
y que aún en la compañía de mi abrazo comprendaque siempre ha estado solo.
Del libro ‘’Carcoma’’ (2017)
RECOMENDACIÓN PARA EL BUEN LECTOR
No odies a la hormiga que devora al pájaro,
ni ames al perro doméstico que lame los huesos:
esto que digo es una alfombra peligrosa,
un ojo cayendo desde todos los balcones.Toda la belleza cabe en el vientre del gusano.
Toda amargura puede ser dicha desde los labios del silencio.
Percibir el poema no es haberlo entendido todo,
ni sentir amor por el lirio que ya es hermoso.Percibir el poema es una promesa con el vacío:
saborear la gota de sangre
que se queda en la boca.
Del libro «El libro del carnero» (2021)
HOUSE OF CARDS
Para mí, ser yo mismo no es suficiente,
¡dejadme ser todo el mundo!
Yevgueni YevtushenkoAdónde banderas orgullosas para vaciar nuestra fe
adónde el abrazo que nos evita
empacar hijos propios en el amor extranjero
de los mares y los desiertos.
Joaquín PradaHe recibido el amor suficiente
y todavía llevo la orfandad como bandera.He nacido tantas veces en tantos años;
hijo ilegítimo de la contradicción,
primogénito de una rabia
que espejea su rostro con el amor.Una casa es incapaz de salvarte de un país.
El terror más puro cierra su párpado sobre nuestra sangre,
y comparto esta lágrima, esta espina,
estos látigos escritos como rieles en la mirada.A lo largo de los años,
nos han dicho que Cristo fue capaz de caminar sobre las aguas,
pero nadie nos confiesa que, bajo aquellos pies,
eran sólidos los cadáveres, y firmes los llantos de dura sal.Algo queda de esta tierra en la boca de mis hijos,
un tatuaje oscuro que les corta la lengua,
que les inaugura una vergüenza inédita por sus primeras palabras.Gasa diminuta es mi último abrazo,
y soy aquella niña que recuerda a su madre
con una sonrisa de alambres torcidos
en medio de los coyotes.Soy ese lenguaje de las arañas
y su geometría adivinando el vacío,
en algún vagón cargado de combustible y lamentos.En esta baraja de nombres:
ninguno de nosotros importa.Y es la frontera un corazón que palpita en nuestras bocas,
a la hora en que habremos de soltar las cenizas de nuestro último beso.El cementerio del lenguaje es un cementerio de historias ocultas.
Yo escojo leer los nombres, recoger el musgo,
y en medio del llanto: masticarlo como el pan.
Del libro «Revólver» (2023)
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